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DEVOCIONAL PARA NIÑOS:

DÍA 9 - JESÚS Y EL PADRE

 

LECTURA: Juan 5:16-24

ENSEÑANZA:

La semana pasada leímos una historia sobre Jesús sanando a un hombre que había estado enfermo e incapaz de moverse durante 38 años. Los líderes religiosos estaban convencidos de que Jesús había roto una de sus reglas al sanar al hombre y al instruirlo para que llevara su lecho. En el pasaje de esta semana, leemos la respuesta de Jesús a esos hombres enojados. Su respuesta definitivamente no calmó a los líderes, ¡en realidad los enojó más! Estaban enojados porque Jesús llamó a Dios su Padre, lo que implica que él era igual a Dios. Pensaban que era un pecado terrible llamado blasfemia; no se dieron cuenta de que Jesús era el hijo de Dios.

Jesús continúa explicando su relación con el Padre y aprendemos tres verdades importantes:

1) Jesús siempre obedeció al Padre. Jesús no hizo nada por sí mismo, entregó su voluntad al Padre por completo y con alegría. Hizo esto perfectamente en nuestro lugar porque no siempre obedecemos y también lo hizo como nuestro ejemplo, mostrándonos cómo rendirnos.

2) Jesús y el Padre se aman y se conocen. Jesús y su Padre se aman perfectamente. ¡Esta increíble relación de amor y confianza es a la que nos unimos y disfrutamos! Más adelante en el evangelio de Juan, Jesús ora para que todos seamos uno así como él y el Padre lo son. (Juan 17)

3) Jesús y el Padre trabajan juntos. La Trinidad (Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo) tienen el mismo corazón y mente. Juntos comparten y llevan a cabo el plan para rescatar a la humanidad y restaurar la creación. ¡Deberíamos estar muy agradecidos por ese plan!

Preguntas para Meditar

NIÑOS PEQUEÑOS/PRE-K:

• ¿Quién dijo Jesús que era su padre?

• Dime una cosa que aprendiste hoy sobre Jesús y el Padre.

NIÑOS:

• ¿Quién dijo Jesús que era su padre?

• ¿Cómo respondieron los líderes religiosos? ¿Por qué?

• Dime una cosa que aprendiste hoy sobre Jesús y el Padre.

ORACIÓN:

Dios, gracias por ser un buen padre. Eres un buen padre para Jesús, tu hijo, y eres un buen padre para mí. Gracias porque puedo convertirme en tu hijo porque creo en Jesús – quién él es y lo que él ha hecho. Gracias porque no soy tu enemigo, pero soy tu hijo o hija. Gracias por haberme recibido en su hogar y en su familia. Ayúdame a vivir mi nueva identidad como tu hijo. En el nombre de Jesús, amén.