LECTURA: Juan 5:1-17
ENSEÑANZA:
En esta historia, Jesús sana a un hombre que había estado enfermo durante 38 años; estaba cojo o paralizado. El hombre está arrimado cerca de este estanque en particular porque la gente creía que un ángel vendría y removería su agua dando al estanque poder curativo para quien pudiera entrar primero. Pero esto parece un poco exagerado, además de que este hombre no tenía forma de meterse en el agua – ¿qué esperanza de curación tenía? La semana pasada, aprendimos que Jesús es el agua viva. Este enfermo no necesitaba el agua del estanque. ¡Necesitaba el agua viva en Jesús! Jesús le da al hombre tres órdenes: "¡Levántate, toma tu lecho y camina!" y el hombre es sanado ¡Por primera vez en 38 años, está sano y fuerte! Es una historia un poco extraña, pero lo más extraño es lo que sucede después.
Los líderes religiosos judíos se enojan porque el hombre ahora curado llevaba su lecho. Están molestos porque estaba rompiendo una de sus reglas sobre el trabajo en el día sábado. No había ninguna regla en el Antiguo Testamento que prohíbe una actividad inocente como llevar su lecho, pero los líderes habían desarrollado cientos de reglas adicionales. Jesús vino a desafiar (¡y romper!) algunas de esas reglas porque sabía (¡y quería que supieran!) que no se encontraba la salvación al mantener las reglas. Intentar mantener todas esas reglas para ganar el amor de Dios no funcionaría para ellos y no funcionará para usted y para mí. ¡Necesitamos poner toda nuestra confianza y esperanza en quién es Jesús y en lo que hizo Jesús! En esta historia, Jesús estaba trabajando por el bien de un hombre enfermo. Con su vida y muerte, Jesús trabajó por el bien de todas las personas. ¡Esas son buenas noticias!
Preguntas para Meditar
NIÑOS PEQUEÑOS/PRE-K:
• ¿Qué le pasaba al hombre junto al estanque?
• ¿Qué hizo Jesús por ese hombre?
NIÑOS:
• ¿A quién sano Jesús en esta historia?
• ¿Por qué estaban molestos los líderes?
• ¿Por qué vino Jesús a desafiar las reglas?
ORACIÓN:
Dios, gracias por enviar a Jesús para mostrarnos que no podemos cumplir las reglas. Evita que mi corazón confíe en mi capacidad de mantener las reglas. Ayúdame a obedecer tus órdenes por placer y no por deber. Dame la gracia de amar escucharte y seguirte. Jesús, gracias por mantener las reglas perfectamente en mi lugar y por tomar el castigo por todos mis errores, por romper las reglas y mis esfuerzos egoístas por mantener las reglas. ¡Confío en tu trabajo, no en el mío! En el nombre de Jesús, amén.